Te levantas a una hora desconocida del día, cercana a la noche , las ventanas entreabiertas hacen que el resplandor del sol atardeciendo te empapen los hombros con sus rayos, que el viento descubre con la brisa golpeando tu cortina y sobresaltado,oyes una voz que susurra tu nombre, que te conduce a un lugar desconocido, lleno de duda,con las sienes empapadas de sudor, tocas tu pecho desnudo, la sorpresa corre por tus venas, acelera tu pulso, sigues desconcertado, como si la mitad de tu alma hubiera caído en el profundo sueño, ves la hora, te vistes y te calzas, aun sin entrar en razón.
Buscas tus llaves y tu billetera, sales corriendo, tomas un bus, con rumbo conocido, buscas con la mirada algún rostro, cualquiera, uno que te haga sentir acompañado, buscas desde las ventanas del bus en las paredes que tu mirada atraviesa, atmosferas del tiempo, ya pasado, para ti desconocido, algo que te sea revelado entre las capas de pintura levantada, las plantas que crecen en lugares difíciles y en los vidrios rotos...
Hacen una parada más, antes de continuar el trayecto ya sin escalas, ella sube indiferente al bus, buscas que su mirada choque con la tuya, de manera instantánea parece funcionar, pura casualidad en realidad, inútilmente tratas,la persigues con la mirada por el pasillo, una vez más, una de tantas veces más...
Llegas a tu destino, bajas, caminas como sin rumbo, aun esperando algo, como buscando no se que, ó a no se quien...
Encuentras casualmente un callejón, que sube,lo sigues, buscas la salida, inútilmente encuentras una casona abandonada, que te llama, que te susurra con el viento,que te llama con sus paredes peladas y despostilladas, con capas de tiempo, polvo y recuerdos, con momentos que no te pertenecen, pero que te llama, te llama con su silencio, que llama a tu mirada, la hacen que te pertenezca, y se vuelve tuya y solamente tuya, quien sabe como entras, tiras unas tablas quizá, las pateas, te pasas entre ellas, pisas el suelo cubierto de polvo y moho, pones tus manos en el, esa mugre y ese olvido te pertenecen, lo haces tuyo como cada rincón de la casa..
Sientes de pronto una suave ventisca,que te susurra, y que a la vez de acaricia, y te seduce con su silencio húmedo y las raíces que nacen en las paredes, crecen, y te acercan a ellas,y tocan la punta de tu dedos y los enroscan y todo tu te vas volviendo parte de la casa, es cierto te asusta, pero es la compañía que tanto habías buscado, el viento frío casi espectral, que es diferente pasando el umbral de la casa, te toca en silencio, te va seduciendo poco a poco, esa silueta, ese cuerpo de aire, vas cediendo poco a poco, besa tu boca, con sus besos de aire, y cada zona y cada comisura de tu cuerpo, te doblega de placer, te ha seducido...
Se van uniendo como por efecto de la alquimia,te pegas a la pared, las raíces reverdecen, se pegan a tu torso y arriba a abajo, se impregnan en tu piel y te van envolviendo dentro de si, son uno ahora, la casa es tu cuerpo y tu alma, tu cuerpo y tu alma son la casa, han compenetrado entre si, tu jamas estarás solo de nuevo, ni la casa tampoco, le haz dado vida, te ha devuelto el deseo, te ha dado años, ilusiones, es un precio justo, justo como el sol, o como aquella gota huerfana que pende de la punta de una hoja cualquiera, esa es tu realidad ahora, oyes a la casa respirar? Si, la oyes? Esa es tu respiración, oyes ese silencio? Si lo oyes, ese silencio que no tapan los grillos y esos animales que se arrastran por la oscuridad de la noche, si?
Ese es el vacío de las voces, de los susurros de las almas solitarias, bienvenido al club, ese susurro que oyes, que alcanza al horizonte de tu mirada, es el tuyo, entre tantos más que lo suelen acompañar...
Por: Andrea Quiroga
Buscas tus llaves y tu billetera, sales corriendo, tomas un bus, con rumbo conocido, buscas con la mirada algún rostro, cualquiera, uno que te haga sentir acompañado, buscas desde las ventanas del bus en las paredes que tu mirada atraviesa, atmosferas del tiempo, ya pasado, para ti desconocido, algo que te sea revelado entre las capas de pintura levantada, las plantas que crecen en lugares difíciles y en los vidrios rotos...
Hacen una parada más, antes de continuar el trayecto ya sin escalas, ella sube indiferente al bus, buscas que su mirada choque con la tuya, de manera instantánea parece funcionar, pura casualidad en realidad, inútilmente tratas,la persigues con la mirada por el pasillo, una vez más, una de tantas veces más...
Llegas a tu destino, bajas, caminas como sin rumbo, aun esperando algo, como buscando no se que, ó a no se quien...
Encuentras casualmente un callejón, que sube,lo sigues, buscas la salida, inútilmente encuentras una casona abandonada, que te llama, que te susurra con el viento,que te llama con sus paredes peladas y despostilladas, con capas de tiempo, polvo y recuerdos, con momentos que no te pertenecen, pero que te llama, te llama con su silencio, que llama a tu mirada, la hacen que te pertenezca, y se vuelve tuya y solamente tuya, quien sabe como entras, tiras unas tablas quizá, las pateas, te pasas entre ellas, pisas el suelo cubierto de polvo y moho, pones tus manos en el, esa mugre y ese olvido te pertenecen, lo haces tuyo como cada rincón de la casa..
Sientes de pronto una suave ventisca,que te susurra, y que a la vez de acaricia, y te seduce con su silencio húmedo y las raíces que nacen en las paredes, crecen, y te acercan a ellas,y tocan la punta de tu dedos y los enroscan y todo tu te vas volviendo parte de la casa, es cierto te asusta, pero es la compañía que tanto habías buscado, el viento frío casi espectral, que es diferente pasando el umbral de la casa, te toca en silencio, te va seduciendo poco a poco, esa silueta, ese cuerpo de aire, vas cediendo poco a poco, besa tu boca, con sus besos de aire, y cada zona y cada comisura de tu cuerpo, te doblega de placer, te ha seducido...
Se van uniendo como por efecto de la alquimia,te pegas a la pared, las raíces reverdecen, se pegan a tu torso y arriba a abajo, se impregnan en tu piel y te van envolviendo dentro de si, son uno ahora, la casa es tu cuerpo y tu alma, tu cuerpo y tu alma son la casa, han compenetrado entre si, tu jamas estarás solo de nuevo, ni la casa tampoco, le haz dado vida, te ha devuelto el deseo, te ha dado años, ilusiones, es un precio justo, justo como el sol, o como aquella gota huerfana que pende de la punta de una hoja cualquiera, esa es tu realidad ahora, oyes a la casa respirar? Si, la oyes? Esa es tu respiración, oyes ese silencio? Si lo oyes, ese silencio que no tapan los grillos y esos animales que se arrastran por la oscuridad de la noche, si?
Ese es el vacío de las voces, de los susurros de las almas solitarias, bienvenido al club, ese susurro que oyes, que alcanza al horizonte de tu mirada, es el tuyo, entre tantos más que lo suelen acompañar...
Por: Andrea Quiroga
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