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Mostrando entradas de septiembre, 2018

Náufragos

Hay mucho que no entiendo, no entiendo la mitad de lo que me quieres decir, quizás ni una cuarta parte. A veces palabras, jamás intensiones. Mucho de tu lenguaje indecible, inentendible. Las palabras y las intenciones siempre colgando bajo tu lengua. Se van juntando todas como una presa retiene el agua guardas tus palabras, hasta que son tantas, tantas que no saben dónde estar ni a dónde ir, entonces salen como borbotones y te ahogas en ellas y nos ahogas en ellas.  Entonces intento nadar lejos de ti, doy brazadas hasta que siento cómo el músculo se me desgarra. Es ahi cuando volteó a verte y das patadas y te ahogas, das patadas y te ahogas. Nunca se acaba la sensación de Inés-tabilidad. Cada día es un loop interminable, inagotable, todos los días te ahogas un poquito más y no hay salvavidas que te salve. Ni tú mismo te puedes salvar. Hay días en los que la marea es baja, hasta que sube y ya nadie la puede parar. Nadie sabe. Y no sé, de repente se me ocurre que ya todos som

Las ganas

Qué ganas de despreciar a cualquier mujer que se me acerque y demuestre interés, supongo que cualquier atisbo de atención me sugiere una perdida de tiempo.  Qué ganas de permanecer todas las tardes en silencio, sin lugar a donde ir, pero con lugares donde la permanencia es voluntaria e involuntaria según se quiera.  Qué ganas de no contestar mensajes y no existir en ese silencio que se prolonga hasta la madrugada, a la siguiente semana y a la siguiente también.  Qué ganas de no discutir nuestras carencias personales, ni de guardar postales porfirianas junto a mí cama.  Qué ganas de dedicarme a mis obsesiones en mí zona de confort que bien se sabe es el estrés. Qué ganas tan inexistentes de verte, de compartir algo tan intimo como un tabaco o nuestro libro favorito, el mismo con el que la protagonista y tú comparten nombre.  Qué ganas de quitarme las ganas, mientras te escribo en el asiento trasero del auto mientras el sol quema mis rodillas, qué ganas.

Agua y Arena

El roce con el dorso de tu mano es eléctrico, centellas que atraviesan mi médula. Horas que en lugar de extenderse se comprimen cómo la arena y el agua juntas. Agua y arena que se mezclan y se separan, cómo tú y cómo yo. Con frecuencia me cuestiono que hago yo, en un lugar cómo este, tú eres el lugar. Admito que hasta la fecha no consigo una respuesta, o tal vez sí, tal vez no. Ninguna con la que me encuentre satisfecha. También me pregunto que quieres de mi, seguramente ni tú misma lo sabes, tanto que no sabes lo que quieres para ti. Trago saliva rápidamente y mis dedos, ansiosos, bailan sobre el teclado. Me reservo mis pensamientos y suspiro. Es tarde, despejo mi cama y mi mente. Eres dilema de otro insomnio y sin duda de otra noche.