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Bienvenida

Los días transcurren entre la tierra y el agua, entre la mortalidad y la monotonía, transcurrimos en idas y venidas. Vivimos en un estado de tránsito nada se detiene y entre despedidas también hay llegadas. Llegadas que esperan y que no llegadas que se gestan Esperas que llegan Gestos que no se esperan Esperas que concluyen tránsitos que se apresuran ciclos que se cumplen.

Coincidir.

Eres pensamiento e intriga constante, me cuesta horas de sueño poder ponerte en el papel, no hay posibilidad de sueño en la incertidumbre que cierne tu pensamiento, con la necesidad de saberte, de saberme y de sabernos. No reconocerte cómo pronombre, sino cómo mujer, como tú y cómo yo. A sabiendas de que el tiempo se nos acaba y no alcanza lo que resta y lo que resta no avanza. Para que tu realidad y la mía se junten cómo nuestra piel aquel día, para seguir compartiendo cafés, tés y copas vacías en los días que coincido contigo, cómo la lluvia con el asfalto, el asfalto con nuestros zapatos. Que tu compañía sea alegría, para que ría, ría y ría. Tiempo es lo que no hay, contra la ganas tan desgraciadas de verte. Y digo desgraciadas, porque no me abandonan, me pisan los talones como la sombra del medio día. Tan desgraciadas cómo para envidiar a los ciegos. Tal vez habría que obsequiarnos una brújula y un reloj, por si hubiera ti

Apuntes/ El estado natural de las cosas.

Parece que el tiempo te arrastra, cómo una ola. Las olas y la marea cumplen ciclos al igual que el tiempo, por ejemplo puedes estar en la orilla mojándote los pies, la marea va viene siete u ocho veces arrastrando con suavidad la arena sobre la que estás parado, sin embargo la siguiente ola será más fuerte, así sucesivamente. La marea y sus olas son muy similares al tiempo, transcurre sin pormenores cuando te das cuenta lo muerto no son las horas sino los meses o los años, es cómo estar atascado en un embotellamiento y te cuestionas si hubiera sido más pertinente tomar una ruta alterna y puedes cuestionarte, repetirte y preguntarte sí había una opción mejor, pero para esas alturas del camino, probablemente no importa y es igual de valioso que todas esas monedas y billetes descontinuados que tu abuelo guarda en una lata de galletas cómo si fuese un centenario de los que había cuándo Porfirío Díaz era gobernante o las canicas que solías guardar en los rincones de la casa en tu infanci