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Te mentiría si dijera que no.

Escribeme algo con los pulgares, voy a tejerte los cabellos entre hora y hora, paso a paso. Me gustan tus manos entre las mías.

Tu risa que me entra por las pupilas,tus ojos bajo mi lengua.

Dejame contagiarte en mi pensamiento, vamos a bebernos con la mirada nitratos y fotografías en movimiento, te voy a mirar un poema, para ver si así te hago hablar.


Eres el hilo de ideas, que me da vueltas, te quiero querer, solo un poco, vamos a sumergirnos en el vuelo de las tortugas, en los colores de las sombras, que el vacio no me asombra y el silencio no me deslumbra.
No es nada, una metáfora que quíza habla de ti.... preguntale a los libros que viven detrás del armario.

Todos los derechos a Andrea Quiroga.

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Repetida y repentinamente me dedicaba a pensar en ti, lo hacía con cariño, a veces hasta religiosamente. Y yo no sé, no sé sí soy yo o es la idea de ti. La idea de ti, esa que incluye la calidez de tu abrazo, lo terso de tu piel y más de una docena de virtudes que enunciar. La idea de ti, la de antes, la que eras, la que pensaba. La que pensaba que eras. La que eres. No es reproche, es la idea de ti. La misma que sospecho, la que conozco a medias la que descubro cada que cruza mi puerta. La misma idea de ti, la misma con la que mis besos desesperan, los mismos besos que me saben a medias. La que descubro que no es idea, sino mujer. La mujer que sigo descifrando.

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