Ir al contenido principal

Compendio


Recuerdo ser menor, mucho menor y el cómo mis padres intentaban mostrarme el mundo, me explícaban el qué y por qué de las cosas. Y naturalmente hay algo de encanto en aprender y descubrir algo nuevo.  ¿Por qué? No lo sé, quizás porqué simplemente es nuevo y novedoso a primera vista.

Lo hicieron con tanto empeño y dedicación, que ahora yo misma me descubro intentando hacer lo mismo por cuenta propia conmigo misma. Tantos conocimientos acumulados durante más de una veintena de años parecieran no ser suficientes.
Ahora cada objeto que encuentro o poseo pertenece a un lugar, clasificado por función, material y color, tema, numeración, tamaño e incluso año.

Me descubro nuevamente clasificando todo, una y otra vez. Intentando entender lo que me rodea, en la medida de lo posible, tanto cómo mi nivel semiológico me lo permita.
Mi obsesión o mi manía por entender no se que, no sé para que, ni por qué, se transformó y me descubrí haciendo imagenes.

Formatos rectangulares dónde el orden, el color, la textura, el material y todos los elementos obedecian mis manías y fijaciones.
Mi inconformidad por la realidad es tanta que recurro a las imagenes para sofocarla y calmar mi disgusto ante todo y todos.

Así empecé a hacer imagenes, mi realidad la reproduje en imagenes que obedecían mis obsesiones, mis exigencias y mis necesidades que eran poco menos que imposibles de satisfacer. Qué siguen siéndolo y en dónde separo eso qué me gusta del exterior para contemplarlo y después guardarlo en contenedores y números bajo mi cuidado y que a los cuáles eventualmente veo y re-veo buscando no sé qué o simplemente para jáctarme de lo hecho.

Le puse fecha y etiqueta a mis obsesiones cual botella de whisky en supermercado. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

La idea de ti.

Repetida y repentinamente me dedicaba a pensar en ti, lo hacía con cariño, a veces hasta religiosamente. Y yo no sé, no sé sí soy yo o es la idea de ti. La idea de ti, esa que incluye la calidez de tu abrazo, lo terso de tu piel y más de una docena de virtudes que enunciar. La idea de ti, la de antes, la que eras, la que pensaba. La que pensaba que eras. La que eres. No es reproche, es la idea de ti. La misma que sospecho, la que conozco a medias la que descubro cada que cruza mi puerta. La misma idea de ti, la misma con la que mis besos desesperan, los mismos besos que me saben a medias. La que descubro que no es idea, sino mujer. La mujer que sigo descifrando.

Sombras, Siluetas, Silencio, Sutil, Sonido, Siempre.

Eres las horas que pesan en mi espalda, el silencio que tritura mi cuello, el que hay despues de todo, la sombra que persigo tras la ventana, que sigo hasta el umbral de luz. Misterio detras tuyo, detras de la luz que se clava en tu sonrisa, frente a tu mirada, con ese horizonte perdido que me ocultas, en el que te pierdo la pista, en el que me aviento a buscarte, como esa música de fondo que se pierde en el bullicio, siempre despues de todo, siempre detrás de todo,te vislumbro como una sombra, esa silueta indefinida en mis fotografías, como la huella dactilar del negativo, siempre capturada, siempre en mi positivo, huella que dejas. El azabache de tu cabello, la distancia de tus ojos, siempre definitivos, tu risa que se enreda en mis venas, el tiempo que me asfixia, mis ojos de papel, tu sonrisa de cartón. Andrea Quiroga

Esquivo.

Tu cuerpo que guía mi mirada hacia parajes desconocidos. Sabores que aún no son concebidos Notas altas que entre susurros ansías evocan. Caderas que seguramente encajan en las mías. Y que hago sino desearte. ¿Qué hago? Te pienso en horas y en otras esquivo tu mirada. Huyo de ti, de tu pensamiento. Huyo por no saberme capaz de saberte Huyo por no saberme capaz de alejarme después. Huyo, porqué no hay nada más.