Eres pensamiento e intriga constante, me cuesta horas de sueño poder ponerte en el papel, no hay posibilidad de sueño en la incertidumbre que cierne tu pensamiento, con la necesidad de saberte, de saberme y de sabernos. No reconocerte cómo pronombre, sino cómo mujer, como tú y cómo yo. A sabiendas de que el tiempo se nos acaba y no alcanza lo que resta y lo que resta no avanza. Para que tu realidad y la mía se junten cómo nuestra piel aquel día, para seguir compartiendo cafés, tés y copas vacías en los días que coincido contigo, cómo la lluvia con el asfalto, el asfalto con nuestros zapatos. Que tu compañía sea alegría, para que ría, ría y ría. Tiempo es lo que no hay, contra la ganas tan desgraciadas de verte. Y digo desgraciadas, porque no me abandonan, me pisan los talones como la sombra del medio día. Tan desgraciadas cómo para envidiar a los ciegos. Tal vez habría que obsequiarnos una brújula y un reloj, por si hubiera ti...